Se llama Torre Glòries, porque está situada en la plaza de las Glorias, pero en Barcelona aún se la conoce como Torre Agbar, porque fue la antigua sede de Aguas de Barcelona, hoy Veolia España y abre la puerta al conocido como distrito tecnológico de la capital catalana. 

Allí está radicada la empresa Telus Digital, una filial-contrata de Marc Zuckerberg, uno de los hombres más ricos del mundo (216.000 millones de dólares) y uno de los empresarios tecnológicos con menos convicciones propias y más tiralevitas del planeta. 

Con el progresista (no, progresismo y censura no son sinónimos, sólo compañeros de viaje) Joe Biden, Meta llegó a la cumbre de la censura de contenidos en todas sus plataformas. Cuando Trump llega a la Casa Blanca, y receta la final de la absurda era woke, anuncia que prescinde de los verificadores a los que pagaba para "combatir la desinformación", es decir, para censurar las opiniones políticamente incorrectas, naturalmenre opuestas a la 'evidencia científica'.

Pues bien el emporio Meta -Facebook, WhatsApp, Instagram- ha decidido prescindir en Estados Unidos, con un sonoro anuncio, de sus llamados verificadores. Allí por derecho, pero, ojo, en España está prescindiendo de hecho. 

Con el progresista Joe Biden, El Rey de las redes sociales llevó el filtro ideológico, es decir, la censura de contenidos en Internet, y en todas sus plataformas, al acabose de lo políticamente correcto

Me explico: ha llamado a Telus, empresa subcontratada por Meta en Barcelona. La fórmula de la contrata constituye una de las maneras con las que las grandes multinacionales rompen el rígido mercado laboral europeo, sobre todo el español. Así, si tienen que reducir plantilla, no despiden al personal sino que rompen el contrato con su contrata, que es mucho más sencillo. Un acto mercantil que no tiene por qué pasar por los tribunales. La que pasa es la empresa subcontratada.

Es el caso que nos ocupa: Meta tenía como contrato para la "moderación de contenidos" -que entrecomillo porque el nombre tiene tela- a la mencionada Telus, una empresa con un centro ubicado en Barcelona, en torre Agbar donde trabajaban cientos de verificadores. Pues bien, Meta, vía Telus, podría prescindir de hasta 2.000 empleados. 

En suma, hablamos de una empresa de verificación de contenidos, que es como ahora llamamos, y dignificamos, a lo que siempre se llamó censura. Compañía que debido al giro copernicano -y afortunado, no lo olvidemos, de Mark Zuckerberg- puede tener el indeseado efecto secundario de desaparecer de un plumazo.

Los verificadores son buscadores de bulos en Internet... bulos que no necesitan que nadie los busque y denuncia porque la mentira tiene las patas cortas y su ciclo vital es inferior al de los mosquitos: la inmensa mayoría de ellos mueren en 24 horas y las que sobreviven en una semana se diluyen. Además, si esas mentiras perviven algo más y atentan gravemente contra el honor de las personas -que no contra la susceptibilidad de los poderosos-... pues para eso están los tribunales humanos y/o el perdón cristiano.

Y lo peor no es eso: lo peor es que, en la práctica, los verificadores no denuncian bulos, lo que denuncian son las opiniones que no les gustan y que, según ellos, no son "científicas". No es que no sean científicas, es que no les gustan... no les gustan al poder.

Sí, los verificadores no son más que los censores de Internet, en nombre de lo políticamente correcto.

¿Qué ha pasado, entonces? Pues que Mark Zuckerberg nació como el gran perseguidor del bulo, es decir, como el gran defensor de lo políticamente correcto y del pensamiento cultural imperante, preferentemente anti-cristiano pero cuando ha llegado al poder Donald Trump, y ha desvelado la gran estafa de los verificadores... ha comenzado a prescindir de sus servicios.

Ninguna exageración: saben cuál fue la primera censura que Facebook impuso a Hispanidad: una crónica del Gobierno, entonces creo que el de Mariano Rajoy, en la que se habla de la obra cumbre de Agatha Christie, Diez Negritos, expresión empleada en el artículo como metáfora de los ministros caídos y como presagio de los que iban a caer. Pues bien, Facebook nos censuró por "racistas". Quizás no se habían leído Diez Negritos pero el título, en su estúpida concepción políticamente correcta les sonó a racismo.   

Insisto: verificadores no, censura pura y dura.

Conclusión: ahora hay 2.000 puestos de trabajo de verificadores, de Telus, los de la torre Agbar, que están en entredicho. A lo mejor, cuando Trump abandone la Casa Blanca, el Rey de las redes sociales volverá a girar hacia lo políticamente correcto y restaurará la censura disfrazada de rigor verificador. 

No es una buena noticia que hasta 2.000 personas pierdan su empleo. Es más, don Mark debería reciclar a ese personal, aunque sean españoles y no norteamericanos. Lo que no debe restaurar nunca es su censura en Internet.

En cualquier caso, ya saben, en materia de moral y de verdad, preguntad al pueblo. Al menos, en materia de moral pública y de moral informativa, es decir, en la transmisión de información.